Crónica de un atentado, vivido desde dentro

10:00 de la mañana, entraba tranquilo, charlando con un antiguo compañero del colegio, sobre las clases que tenía; Me despido de el y mientras se dirige hacia su clase, yo subo a la segunda planta, donde tendría mi clase. Pero a esa misma hora, otras personas tenian otros planes. A esa misma hora, una llamada a la DYA de Vitoria aseguraba que una bomba explotaría en la universidad, sin dar más pistas.

11:00, nos disponemos a reanudar la clase sobre arquitectura gótica, pero ha esa misma hora alguien tenia otros planes, alguien que decidia que nuestras vidas no valen nada, alguien que cree tener más derecho que los demás a vivir y a imponer sus ideas drásticamente: un diablo sin rostro, una sombra sin nombre, el mal caminante lleno de odio y mentiras, desecho mundano, una bestia voraz, una oscuridad maliciosa que acciona un botón con su mueca de estupida satisfacción.
11:00 un inmenso sonido hace temblar todo cuanto nos rodea, los cristales al límite de su resistencia, los muebles moviendose y el suelo bajo nuestros pies temblando. Todas las miradas observaban en dirección a las ventanas, intentando ver algo, pero una congoja nos impedia levantarnos de la silla. Silencio. Como el silencio despues de un trueno. Silencio. Nadie sabía que habia sido ese estruendo que nos había revuelto las tripas y que durante unos segundos se había llevado nuestras almas, sientiendos cuerpo, sintiendonos polvo, sintiendonos nada. Despues de este estraño trance nuestras imaginaciones nos insinuaban lo peor, nuestras almas volvieron en si, pero para recordarnos que estabamos vivos, y un escalofrío recorrió el cuerpo de arriba a abajo con tan solo imaginar lo que estaría pasando bajo nuestros pies. "Dejar las cosas y Vamos a salir fuera" una frase dicha por el profesor en el momento en el que empezaba a surgir el nerviosismo entre los alumnos. Como una marcha silenciosa, que ahogaba un grito sordo de terror, un murmullo constante en el que se podian, oir las palabras de "Bomba" y "atentado". Nervios, rabia, miedo... era imponsible pensar, solo buscar la salida. Unas escaleras oscuras, donde nos apelotonabamos con prisas para poder huir de aquel sin sentido que no comprendiamos, del que no sabiamos nada. Bajabamos esas escaleras oscuras en silencio, pero a la vez con un estruendo que no olvido, caras serias, caras tristes, caras de incompresion, nadie decia nada.

Una ventana, antes de que las escaleras nos condujeran a la última planta, nos dejo ver una columna de humo que ascendia amenazadoramente al otro lado del patio. una columna silenciosa, pero que decía mucho más de lo que mil libros podrían decir, una columna de humo que nos miraba amenazantes y nos imponía a ir más rápido a la salida del edificio. Pero el panorama de la última planta no mejoraba. Recuerdo aquel hall, sumido en una sombra, con la gente abarrotandose en la puerta, el silencio de nuestro descenso se vio roto por los gritos y agobios de los que bajaron del otro lado del edificio. El retumbo de la explosion seguía en nuestras cabezas, y poco a poco se iba combiertiendo en llantos de gente desatendida, que a la vez alimentaba esa sensacion de impotencia, alimentaba esa sombra que nos cubria. Cristales rotos en el suelo, gritos, lágrimas, tensión, impotencia. Nadie nos decia nada, avanzabamos sin saber a donde.

foto publicada por El Mundo

Una vez fuera, desorientados y confundidos empezamos a ocupar la explanada delarenta del edificio. A mi alrededor gente moviendose sin parar, gente buscando donde ir, buscando donde esconderse, pero que no hayanban descanso. Allí donde miraba solo había rostos de terror, miradas perdidas, expresiones de miedo, rostros ensangrentados....mi cuerpo no respondia avanzaba más por el compás del movimiento de la gente que por la razón ¿como hemos llegado ha esto? mi cabeza no responde, sigue en aquella habitación cuando la bomba exploto, su eco infinito en mi memoria no me deja pensar. Sirenas sonando. gente llorando. Gritos incomprensibles para nadie. estrés y finalmente: Pánico.

La masa de gente, despavorida ante un temor infundido por los propios policas, corriendo hacia todas las direcciones. No oía nada, corrí por instinto con el recuerdo de la explosión como un constante eco en mis pensamientos, el temor de otra explosión se manifesto en una repentina gana de correr. La gente de mi alredodor chillaba, me giré y vi la multitud que corrian delante de unos poilicias que chillaban cosas que ahora no recuerdo entre lo que se podía destinguir "salgan de aquí" el resto de los sonidos que llegaban eran comfusos, como bajo el agua, incluso el de mi propia respiración era un sonido que me resultara familiar.

Alejados ya del peligro, fuera de visión la columna de humo y la gente herida, una lluvia casi sanadora empezo a cubrirnos. como si volviera al mundo me di cuenta de donde estaba, aquella lluvia era es lo primero que tengo en mis recuerdos. Aquella lluvia que me devolvia al mundo real, lejos de aquel caos, de aquel pánico, de aquella locura. Una lluvia que me susurraba a cada gota que todo había pasado, que me traia los recuerdos de familia y amigos con cada gota sobre mi cabeza.

Gira el mundo, no podemos evitarlo, las personas nacen, y las personas mueren, es el ciclo de la vida, no podemos negarlo. Hay personas que desean el mal y la muerte de otros, pero no podemos comprenderlo